Carlos Barbarito | Dos prosas de su libro en preparación



Victor Chab y Carlos Barbarito, Buenos Aires, 2014 (fotografía de Alejandro Chab)


Materia desnuda
Con una obra de Víctor Chab



SEGUNDA EDAD DILUVIAL



…las narices henchidas como copas,

sin porvenir, sin recuerdo…

Nietzsche, Ecce Homo.




A la hora del azafrán servido en jarra lunar, justo en la renuncia de todo clero. A la hora del toque largo, la cámara dispuesta en sucesivos filtros tendidos hacia el rojo. A la hora de la figura por mano alzada, nerviosa, feliz con su vanidad que no es vanidad sino modo de la sed. Entonces hay brindis al borde de la sábana, tapiz con nenúfar, metal fundido que se derrama en el fondo y sube por las raíces. No queda yo fui, yo pude ser, yo seré, el inmenso cartel sostiene yo soy y cada uno es, tumbado o vertical, médula de un sueño, con rúbrica.

Se amplían en intensidad, se reducen a alas de langostas frotadas como música. Pero se amplían y por el ancho canal acuático envían cartas sin grafismos, sónicos silencios bruñidos por un Cellini que ansía vender su arte por un vaso de vino, un bizcocho. 

En arcas de cobre. En barcos aristotélicos o sofistas. En sumersión, asomados al púrpura, tras un hilo de epifanía. En copas llenas de rocío cuando más de un planeta gana anillos y desde lejos llega un idioma esponjoso, de anémonas. Quisieran exponerse así, tal como están, en el mercado de frutos, en claustros aligerados de ciencia, invadidos de pronto, sin previo aviso, por bestias arrogantes, enjoyadas. 






























LA MAGIE D´UN PEIGNE


Se peina con sagrada lentitud luego del baño. Se peina antes del sueño con dragón que regresa en ciertas noches con relámpagos. Se peina desde un calotipo encontrado por azar dentro de un libro con grabados ingenuamente eróticos. Se peina en un día sin lluvia, cargado de pavorreales, de panales, de limones maduros. Se peina en un día de lluvia, sobre la mesa un plato con nuez moscada, otro plato con mostaza, otro plato con harina leudante. Se peina en prosa y en poesía, en silencio, más allá, lejos, gritos y andamios, gatos que se estiran, arañas que tejen y mujeres que destejen, amantes que ascienden abrazados y  dando giros hacia la Luna. Se peina, no sabe que su perfil ya está en la cara de las monedas, en los muros de París y Damasco, grabado en los testimonios de los que regresan de las junglas, del fondo del océano. 

Se peina. 

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